miércoles, 28 de octubre de 2015

En España aun podemos aceptar un Nuevo Paradigma Educativo del siglo XXI, algo que no hicimos con las nuevas concepciones en el siglo XX

  A finales del siglo XIX, y principios del XX, surgieron grandes pedagogos  que creyeron en una educación más humana, donde el centro fuese la acción constructiva del propio alumno. 


  Podemos nombrar como ejemplo a tres de estos grandes pedagogos: María Montessory (1870-1952), llega a internacionalizar su método, basado en el respeto hacia el niño y su capacidad para aprender, con una metodología amorosa, Ovide Decrolly, (1871-1932), enfatiza en la necesidad de partir de los intereses de cada alumno, que son diferentes en función de su edad, Celestin Freinet (1896-1960) cree en una escuela ligada a la vida y a su entorno, 

  La dictadura paró en seco las ideas reformistas que llegaron con la segunda república, pero lo cierto es que iniciada la democracia, y a pesar de que las leyes educativas recogen las aportaciones de esta pedagogía, recibidas como innovadora con 100 años de retraso, tan solo se han ejecutado de forma parcial.

Celestin Freinet durante una clase
  España se ha mantenido alejada durante un siglo entero del modelo educativo propio de los países más avanzados, y por eso, cuando hoy hablamos de un nuevo paradigma educativo, tenemos que volver hasta el siglo XIX, porque para nosotros, esa es la novedad, lo revolucionario.

  En el resto de Europa, integrados los sistemas de Montessory, Drecroly..., reciben las nuevas aportaciones al constructivismo, como la Inteligencia Emocional  de Goleman o las Inteligencias Múltiples Gardner en forma de innovación propia de este siglo.  Para nosotros, sin embargo, el nuevo paradigma es aceptar las pedagogías del siglo XIX, XX y XXI, todo a la vez.
                                                                                                        El cambio de mentalidad está llegando, pero el impulso debe ser aún mayor, si no queremos esperar hasta el siglo XXII para implementar estas nuevas concepciones. En los currículos educativos se han incorporado como elemento esencial las competencias clave, cuya elaboración viene determinada por la  teoría de las inteligencias múltiples de Gardner y lo cierto es que apenas se tienen en cuenta, en gran medida, porque se está poniendo el énfasis tan solo en dos de estas competencias: Competencias lingüística y matemática, que son las que se miden en las evaluaciones diagnósticas, como las que se aplican en tercero y sexto de Primaria.

 Sin embargo, en mi opinión, podemos ser positivos. Cada vez más iniciativas implementan programas de inteligencia emocional en la escuela. Además, desde el ámbito de las universidades más prestigiosas,  existen tendencias a introducir técnicas en la enseñanza, como por ejemplo el mindfulness, impulsado por Jon Kabat-Zinn desde la Universidad de Massachusetts, o insistir en que la clave está en la capacidad creativa del alumno, como Sir Ken Robinson, desde la Universidad de Warwich, algo que paulatinamente está siendo aceptado por las universidades españolas, especialmente en Barcelona.
Sir Ken Robinson

En España, durante el siglo XX se ninguneó a sus  grandes ideólogos educativos. ¿Volveremos a cometer el mismo error durante el siglo XXI?

Alberto Albaladejo Asensio

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