viernes, 13 de noviembre de 2015

El primer paso para amarse a sí mismo es romper el vínculo con el niño interior herido


Quisiera en este pequeño artículo hablar de un concepto que muchas personas ya conocen, el del niño interior, con la vocación de motivar a aquellos que sientan dicho niño interior herido, a que acepten que su sanación depende del presente, del aquí y ahora.


La confianza que el niño tiene en aquello que le sucede, viene determinada por las experiencias de amor o de rechazo que va interpretando de la vida. Desde nuestro enfoque, el amor es confianza y aceptación. El niño se siente especial y querido sólo en la medida en que se valora su esencia y se acepta su singularidad. El padre que sobreprotege en exceso al niño, desconfía de su ritmo natural de desarrollo apartándolo inconscientemente de una visión positiva de sí mismos. El niño que recibe respuestas agresivas cuando toma una mínima iniciativa,  limitando su capacidad de expresión, se ha ido apartando de sus propias necesidades, para adaptarse a una situación más cómoda, pero que implica su silencio y falta de iniciativa.

Este callar y desaparecer es el desencadenante de un niño tímido y huidizo, que pasará a pensar en las necesidades de los demás, olvidando las suyas propias. Este niño no se cree merecedor de respeto y aceptación por quien es. Quien merece este respeto y aceptación será aquel personaje adaptativo que le ha permitido sobrevivir en este contexto donde no se sintió íntimamente valorado.
Hoy el niño es adulto, pero no se desvincula de ese niño que fue, y que dejó una huella muy marcada en forma de juicios, tales como:no me merezco... no soy capaz... nadie me querrá si me muestro tal y como soy... 

En ocasiones, una crisis provoca que el personaje adaptativo que este niño herido ha ido configurando en el adulto que hoy es, quede al descubierto, por ejemplo, una joven de 35 años, que pierde a su marido, se encuentra con que ya no puede vivir con el personaje de esposa perfecta que cuida a una familia perfecta. Esta joven puede encontrar otra pareja y mantener su personaje, o puede aceptar su crisis y darse cuenta de que nunca se mostró al mundo tal y como quería, porque una serie de juicios le han alejado de lo que en lo más profundo de su ser le hace feliz.

Este es el momento de encontrarnos, recuperar a ese niño interior y sentirnos amados y queridos por la persona que nunca nos abandonará, y que somos nosotros mismos.

Para curar al niño interior herido, aceptamos el presente superando el rencor que podamos sentir hacia el pasado. Ese amor incondicional que no sentimos recibir de niños, hoy lo obtenemos alejándonos de personas tóxicas para nosotros, premiándonos con aquello que nos gusta, cuidando nuestro cuerpo, observando nuestros pensamientos sin identificarnos con ellos y marcándonos objetivos pequeños y accesibles.

Si me quiero, me acepto y me veo tal y como soy, el mundo también me verá así, pasando a tener un niño interior sano.


Miramos el pasado, lo aceptamos y vivimos el presente con amor.

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