Una
desconfianza generalizada perjudica seriamente la educación en nuestro país.
Cuando en España hablamos de educación, se realiza
una valoración, por lo general, muy
baja. Nadie defiende nuestro sistema educativo, ni siquiera, aquellos
encargados en gestionar la educación pública.
Parece real, la educación en España tiene una
evolución menor a la de muchos otros países. En mi opinión, Una falta de
confianza generalizada ha provocado que en la comunidad educativa se hayan
generado juicios poco constructivos, por ejemplo:
-
Los profesores carecen de formación y vocación.
-
La Administración Educativa no hace nada para
mejorar la educación.
-
Los alumnos de ahora están peor preparados que los
de antaño.
-
Los extranjeros escolarizados perjudican el
ambiente social y el rendimiento académico del colegio.
-
Unas excesivas vacaciones y días festivos apoyan el
descanso del profesor, pero perjudican a las familias.
-
Las AMPAS no sirven para nada
-
…
Yo, como tantos, he secundado muchas de estas
afirmaciones en algún momento de mi vida, pero nada como conocer la realidad
educativa para comprobar lo inexactas que son.
Lo cierto es que estas afirmaciones responden a una forma de
observar la realidad educativa, que en mi opinión, como he comentado, parte de
la desconfianza.
-
Los padres desconfían de los profesores, de la
Administración y de la autonomía de sus hijos.
-
Los profesores desconfían de la capacidad del
alumno, de algunos de sus compañeros,
del apoyo de los padres y de la Administración.
-
La Administración Educativa desconfía de los
profesores, de las potencialidades de los alumnos, del conocimiento que puedan
tener los padres sobre educación y de la mayoría de teorías pedagógicas, desde
las más clásicas (Decroly, Montesory…) hasta las más vanguardistas (Gardner, Ken
Robinson, Goleman…) Desconfían incluso de poder llevar a cabo hasta el final
las continuas reformas que inician.
¿De donde surge esta desconfianza? Podríamos
preguntar a los principales elementos que están presentes en el sistema
educativo. La transparencia u oscuridad nos dará la respuesta a esta
pregunta.
Podemos pedir transparencia al profesor, interesándonos por su programación, que muy
probablemente nos explicará Si preguntamos por su formación, veremos que más
allá de estudiar Magisterio y aprobar una dura oposición, poseerá unos estudios
adicionales que no imaginábamos. Si preguntamos por las horas que dedica al
trabajo, comprobaremos que son muchas más de las que teníamos en mente. También
descubriremos que no tienen tantas vacaciones, ya que cobran dos meses de
sueldo menos al año que otros funcionarios de su mismo nivel. Eso, los que
tienen plaza, porque los interinos, aunque trabajen todo el curso, cobrarían
cuatro mensualidades menos, en el mejor de los casos, ya que son despedidos a finales de junio y no
vuelven hasta septiembre.
Podemos pedir transparencia a los familiares, empatizando con ellos, anulando los juicios que
contra su estilo de vida podamos tener, y desde el respeto, coordinar la
educación de sus hijos. Podremos comprobar lo complicado que es compaginar la
vida personal con la laboral.
Podemos escuchar activamente a nuestros hijos o alumnos, para comprobar, que
son los primeros interesados en tener un buen rendimiento académico, y
comprobar que todos tienen algún tipo de dificultad, y que podemos ayudarles.
Podemos pedir transparencia a la Administración Educativa, pero en este
caso, lo cierto, es que todo quedará opaco, de manera, que ya sabemos de donde
viene el origen de esta desconfianza. Sí, continuamente, dan muestras de alimentar
esta desconfianza, quizás enfrascados en luchas políticas que poco nos
interesa. Su solución, lejos de grandes reformas, se limita a implementar
nuevas Leyes Orgánicas.
En coaching educativo se habla de tres vértices de
intervención que forman un triángulo: padres/madres, profesores y alumnos, porque es ahí dónde se puede
intervenir, sobre la Administración, al menos de un modo directo, no podemos.
Estos tres vértices deben mejorar su coordinación, huyendo de discusiones políticas
y centrándose en mantener conversaciones constructivas, que permitan salir de
esta desconfianza, basada en ideas que nada tienen que ver con nuestros
intereses.
Las Leyes Orgánicas en vigor (LOE y LOMCE) otorgan cierta autonomía al profesor, (siempre
que cumpla con los estándares de aprendizaje marcados en sus alumnos) y dicen
promover la iniciativa de las familias y los alumnos. Es decir, la intervención
desde varios lugares queda abierta, no sólo se puede realizar el cambio desde
el poder político.
Si padres, profesores y alumnos asumimos nuestra
responsabilidad, mejoramos nuestra comunicación para revisar aquellos juicios
que tenemos, y que no sabemos bien de donde llegan, es posible mejorar la
educación del alumno/hijo, también de su clase, del colegio, de la Comunidad
Autónoma y del país, porque ahí se encuentra el sistema educativo, que
modificará, sin duda, las consignas mal actualizadas que contienen las nuevas
reformas educativas.
Mejorar la confianza supondría la gran revolución
que la educación precisa en España.
Alberto Albaladejo Asensio
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