martes, 26 de agosto de 2014

Una desconfianza generalizada perjudica seriamente la educación en nuestro país.


Cuando en España hablamos de educación, se realiza una valoración, por lo general,  muy baja. Nadie defiende nuestro sistema educativo, ni siquiera, aquellos encargados en gestionar la educación pública.


Parece real, la educación en España tiene una evolución menor a la de muchos otros países. En mi opinión, Una falta de confianza generalizada ha provocado que en la comunidad educativa se hayan generado juicios poco constructivos, por ejemplo:
-        Los profesores carecen de formación y vocación.
-        La Administración Educativa no hace nada para mejorar la educación.
-        Los alumnos de ahora están peor preparados que los de antaño.
-        Los extranjeros escolarizados perjudican el ambiente social y el rendimiento académico del colegio.
-        Unas excesivas vacaciones y días festivos apoyan el descanso del profesor, pero perjudican a las familias.
-        Las AMPAS no sirven para nada
-       

Yo, como tantos, he secundado muchas de estas afirmaciones en algún momento de mi vida, pero nada como conocer la realidad educativa para comprobar lo inexactas que son.

Lo cierto es que  estas afirmaciones responden a una forma de observar la realidad educativa, que en mi opinión, como he comentado, parte de la desconfianza.
-        Los padres desconfían de los profesores, de la Administración y de la autonomía de sus hijos.
-        Los profesores desconfían de la capacidad del alumno, de algunos de sus compañeros,  del apoyo de los padres y de la Administración.
-        La Administración Educativa desconfía de los profesores, de las potencialidades de los alumnos, del conocimiento que puedan tener los padres sobre educación y de la mayoría de teorías pedagógicas, desde las más clásicas (Decroly, Montesory…) hasta las más vanguardistas (Gardner, Ken Robinson, Goleman…) Desconfían incluso de poder llevar a cabo hasta el final las continuas reformas que inician.

¿De donde surge esta desconfianza? Podríamos preguntar a los principales elementos que están presentes en el sistema educativo. La transparencia u oscuridad nos dará la respuesta a esta pregunta. 


Podemos pedir transparencia al profesor, interesándonos por su programación, que muy probablemente nos explicará Si preguntamos por su formación, veremos que más allá de estudiar Magisterio y aprobar una dura oposición, poseerá unos estudios adicionales que no imaginábamos. Si preguntamos por las horas que dedica al trabajo, comprobaremos que son muchas más de las que teníamos en mente. También descubriremos que no tienen tantas vacaciones, ya que cobran dos meses de sueldo menos al año que otros funcionarios de su mismo nivel. Eso, los que tienen plaza, porque los interinos, aunque trabajen todo el curso, cobrarían cuatro mensualidades menos, en el mejor de los casos,  ya que son despedidos a finales de junio y no vuelven hasta septiembre.

Podemos pedir transparencia a los familiares, empatizando con ellos, anulando los juicios que contra su estilo de vida podamos tener, y desde el respeto, coordinar la educación de sus hijos. Podremos comprobar lo complicado que es compaginar la vida personal con la laboral.

Podemos escuchar activamente a nuestros hijos o alumnos, para comprobar, que son los primeros interesados en tener un buen rendimiento académico, y comprobar que todos tienen algún tipo de dificultad, y que podemos ayudarles.

Podemos pedir transparencia a la Administración Educativa, pero en este caso, lo cierto, es que todo quedará opaco, de manera, que ya sabemos de donde viene el origen de esta desconfianza.  Sí, continuamente, dan muestras de alimentar esta desconfianza, quizás enfrascados en luchas políticas que poco nos interesa. Su solución, lejos de grandes reformas, se limita a implementar nuevas Leyes Orgánicas.

En coaching educativo se habla de tres vértices de intervención que forman un triángulo: padres/madres, profesores y alumnos, porque es ahí dónde se puede intervenir, sobre la Administración, al menos de un modo directo, no podemos. Estos tres vértices deben mejorar su coordinación, huyendo de discusiones políticas y centrándose en mantener conversaciones constructivas, que permitan salir de esta desconfianza, basada en ideas que nada tienen que ver con nuestros intereses.

Las Leyes Orgánicas en vigor (LOE y LOMCE)  otorgan cierta autonomía al profesor, (siempre que cumpla con los estándares de aprendizaje marcados en sus alumnos) y dicen promover la iniciativa de las familias y los alumnos. Es decir, la intervención desde varios lugares queda abierta, no sólo se puede realizar el cambio desde el poder político.

Si padres, profesores y alumnos asumimos nuestra responsabilidad, mejoramos nuestra comunicación para revisar aquellos juicios que tenemos, y que no sabemos bien de donde llegan, es posible mejorar la educación del alumno/hijo, también de su clase, del colegio, de la Comunidad Autónoma y del país, porque ahí se encuentra el sistema educativo, que modificará, sin duda, las consignas mal actualizadas que contienen las nuevas reformas educativas.

Mejorar la confianza supondría la gran revolución que la educación precisa en España. 


Alberto Albaladejo Asensio



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